viernes, 27 de mayo de 2011

piramides de cholula





La construcción del templo de Chiconaquiahuitl (Dios de las nueve lluvias) se realizó a lo largo de varias generaciones. Dio inicio en el siglo II antes de nuestra era, y concluyó a la caída de Teotihuacán, que fue la última cultura prehispánica que imprimió su sello en el gran basamento (900 d. C. - 1100 d. C.), antes de la llegada de los españoles. Una de las prácticas constructivas de los mesoamericanos era la remodelación de antiguos edificios, remodelaciones que tenían como objetivo la ampliación y mantenimiento de las construcciones originales, por lo que el dilatado período de construcción de este templo debe ser entendido en ese contexto.

El Tlachihualtepetl fue producto de siete pirámides superpuestas, cada una de las cuales cubría la totalidad de la pirámide anterior. Ello motivó el agrandamiento paulatino de la base, que llegó hasta los cuatrocientos cincuenta metros de lado, alcanzando una altura de sesenta y seis metros.
La apariencia actual de la gran pirámide es la de un cerro en cuya cima se encuentra una iglesia católica, dedicada a la Virgen de los Remedios. Ésta fue construida, después de tres intentos por los españoles en el año de 1594. El templo católico en la actualidad es un importante destino de las peregrinaciones de los creyentes católicos de la región, y también es empleado para la celebración de ritos indígenas. Debido a que el templo católico ha sido declarado patrimonio histórico de la nación mexicana, la pirámide prehispánica no ha podido ser excavada en su totalidad, en virtud de que dicha pirámide fue hecha de tierra y lo que se puede observar es el núcleo central de lo que fue la gran pirámide, dicho de otra forma, la gran pirámide que corresponde a la última cultura solo existen aislados adosamientos de piedra caliza, en virtud de que el restó fue devastado por el abandono de más de 200 años. Sin embargo, los arqueólogos han excavado en la construcción cerca de ocho kilómetros de túneles que permiten la observación de las diferentes fases constructivas de la pirámide y que pertenecen a otras culturas distintas a la Teotihuacana, siendo relevante los murales de los bebedores de pulque, el de los chapulines y el dedicado a Chiconaquiahuitl.
El primer asentamiento de Cholula se localizaba en las inmediaciones de una laguna que ha desaparecido. Esto ocurrió en el período Preclásico Medio o Superior, aproximadamente entre el siglo VIII y III antes de nuestra era. En aquel tiempo, las poblaciones mesoamericanas eran pequeñas aldeas cuya ocupación principal era la agricultura de subsistencia, centrada especialmente en el cultivo del maíz. Alrededor del siglo I antes de nuestra era, en Cholula se construyó el primer centro ceremonial importante, a partir del cual crecería lo que sería uno de los principales centros religiosos de Mesoamérica.
Durante el período clásico mesoamericano, Cholula fue el principal aliado de Teotihuacan en el valle de Puebla-Tlaxcala. Proveía a la metrópoli del altiplano central de artículos muy apreciados en la red comercial mesoamericana, como la cerámica Anaranjado Delgado, que, como su nombre lo indica, se trata de productos de alfarería distinguidos por la fineza de sus acabados y el color naranja característico. La cerámica Anaranjado Delgado era un bien de consumo suntuario en Mesoamérica, destinado sólo para las élites gobernantes.
Según algunas hipótesis, Cholula habría decaído más o menos al mismo tiempo del declive teotihuacano --ocurrida alrededor del siglo VII de nuestra era--. En otras propuestas, la ciudad habría cobrado fuerza regional en el contexto del vacío de poder surgido por el ocaso de la metrópoli teotihuacana. Como quiera que haya sido, el gran templo de Quetzalcóatl fue abandonado alrededor del siglo XI de nuestra era, época en que su población comenzó a reducirse y la ciudad perdía importancia económica y comercial.
Las más recientes investigaciones han encontrado que la zona dominada por Cholula en el período clásico de Mesoamérica estuvo bajo la influencia de pueblos portadores de la cultura Ñuiñe, cuyos centros principales se localizan en el suroeste el actual estado de Puebla y el noroeste de Oaxaca, en la llamada Región Mixteca.
Luego de su declive en el período clásico, Cholula resurgiría en el posclásico temprano como uno de los principales nodos comerciales y religiosos de Mesoamérica. La Historia Tolteca-Chichimeca (de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl) señalaba que a la llegada de las primeras migraciones trochichimecas al altiplano, la ciudad de Cholula se encontraba poblada por un grupo al que se conoce como olmeca-xicalanca u olmecas históricos --con el propósito de diferenciarlos de los olmecas arqueológicos--. Los olmeca-xicalancas también eran un grupo étnico con importante presencia en otras zonas del centro de México, como Cacaxtla, Cantona, Xochitécatl y probablemente Xochicalco y Chalcatzingo, en el actual estado de Morelos. Se ha planteado que los olmeca-xicalancas habrían sido originarios de la costa oriental del golfo de México, y que eran portadores de una cultura relacionada con la maya, que se refleja en su estilo artístico.
Luego de una lucha contra los pobladores originarios, los toltecas pudieron imponer su hegemonía, incluyendo a Cholula en su área de influencia. A partir de entonces, la ciudad adquierió el nombre completo de Tollan-Chollollan-Tlachihualtépetl, que significa Gran ciudad donde cae el agua en el lugar de huida del cerro hecho de tierra.[1] En el posclásico temprano, es probable que Cholula mantuviera relaciones con otras áreas de Mesoamérica, en especial con el reino mixteco del señor Ocho Venado, como sugieren algunas interpretaciones de documentos como el Códice Tonindeye.
La ciudad estaba regida por dos jefes, que también fungían como una especie de sacerdotes de las dos deidades principales de los olmeca-xicalanca: la Serpiente Emplumada y el Dios de la Lluvia (Tláloc), hecho que revela la vocación agrícola de los cholultecas. Más tarde, con a expansión mexica, Cholula quedó como uno de los principales aliados de Tenochtitlan.

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